El decreto 230 del ministerio de educación y su impacto en la calidad educativa

Una inquietud me ha asaltado desde hace un tiempo y es la calidad de los educandos que llegan a las aulas para que los docentes universitarios los guiemos. En general se encuentra que la fundamentación de ellos es muy baja y en algunos casos bastante precaria. Cabe preguntarse de dónde viene tal situación y no es difícil encontrar algunas causas, entre ellas las normas recientes que se han implementado en Colombia con el ánimo de evitar la repetición educativa. Si bien la intención es buena, los mecanismos son pésimos, es casi como querer remediar la hambruna eliminando de los hambrientos las bocas. Los comentarios que se encuentran en algunos estudiantes confirman la bondad de la norma: “yo perdí como cuatro materias pero pasé por el decreto y si no estaría todavía en el colegio”. La no repitencia es una meta bastante loable y la apoyo pero la no repitencia per sé es un exabrupto que no podemos dejar que siga enraizando en detrimento del desarrollo del país.

Al reflexionar sobre las implicaciones de la norma se crea un pensamiento bastante curioso: lo importante es no rendir por debajo de los dos más malos, si el grupo de estudiantes es de 40, o del más malo si el grupo es menor, o no preocuparse si el grupo es demasiado pequeño de tal manera que al calcularle el 5% no es posible dejar a algún estudiante.

Y qué es lo que se está concretando, una masa de estudiantes que poco o nada tienen de la fundamentación que deberían tener después de haber cursado 5 años de primaria y 6 de bachillerato y de los cuales algunos docentes tenemos que procurar llenar los inmensos vacíos que tienen y cumplir además con lo que se tiene previsto en los cursos universitarios; situación que llega un momento en que es irreconciliable dado que si se hace lo primero no se hace lo segundo y el docente queda marcado con los de los semestres siguientes como que no guió los temas que debía en el curso anterior, de otro lado si se dedica a su labor sin importar cómo está el estudiante llega un momento en que su discurso se queda sin oyentes y peor aún sin colaboradores. A la postre, de cualquier forma, la calificación ya sea por sus pares o por los mismos estudiantes reflejará por un lado la aparente “incompetencia” y por otro lado la “justa revancha” ante los malos resultados que obtuvieron en el curso, cuando en realidad lo que subyace son los resultados del mencionado decreto.

En el momento, y después de tanto clamor ocurrido en la construcción del plan decenal de educación, por fin se está pensando en la posibilidad de revisar tal decreto y habrá que ver a dónde va a parar la cosa dado que se va a consultar a los colombianos al respecto. Espero que quienes tenemos el convencimiento que la educación es de los medios más importantes para hacer que el país entre en vías de desarrollo real, nos vinculemos y comprometamos para dar nuestras mejores y fundadas opiniones para plantear una solución que no necesariamente es volver al sistema antiguo, pero mucho menos es legitimar un sistema que no le da al educando un pensamiento en la responsabilidad y en la obligación sino más bien todo lo contrario y que está redundando en el futuro inmediato del país. ...si, sé que algunos defensores de la norma dirán que precisamente eso era lo que se buscaba pero recordemos que todos los seres humanos, salvo excepciones, tenemos la tendencia a aplicar la ley de parsimonia y en los jóvenes de ahora no es la excepción sobretodo cuando hay actividades mucho más atractivas que la escuela.

Aún necesitamos que el ejemplo sea generalizado para que este tipo de normas sea válido: donde todos trabajemos porque nos nace y no porque nos toca, donde ser honesto y recto no sea un desafío sino un modus vivendi de la totalidad.

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